jueves, 24 de junio de 2010

en el restaurante

Este relato es la continuación delos titulados l"Los libros". Habrá más...

decir que son todos totalmente reales...

Espero que os guste.
Te vi entrar. Qué coincidencia¡¡. Llevaba yo unos días en los que no me salías de la cabeza y te voy a encontrar en el restaurante, donde menos me lo esperaba. Me levanté muy educadamente y te di dos besos. Apoyé mi mano en tu cadera y note tu cuerpo, su calor… Me presentaste a tus acompañantes.

Eran tus padres, tus cuñados y tu pareja. Era lo que menos me esperaba, encontrarte en este sitio. Yo había ido a comer con mi socio y un par de amigos, proveedores que nos debían una comida y nos habían invitado ese día. Fue un momento tenso, sobre todo cuando saludé a Mario, tu novio. De repente se me pasaron todos nuestros momentos íntimos por la cabeza y creo que hasta me puse colorado, pero al ser sólo un momento, creo que pasé bien la prueba.

Llevabas ese traje que tanto me gusta, con una de esas blusas debajo de la chaqueta que tanto realzan tus pechos. Como siempre, abrigabas tus piernas con esas medias negras, seguro que eran de liguero, como sabes que me gustan, y rematabas el conjunto con unos zapatos de tacón, negros…. Estabas radiante. Pelo recogido, ligero toque de maquillaje y esos labios tan deseables con el brillo que tan bien le quedan….

Os sentasteis unas tres mesas a mi espalda. Os oía reír, hablar (no entendía la conversación) y sobre todas las voces sobresalía tu risa socarrona y que te sale de la barriga, que tanto morbo me da. Desde nuestro último encuentro en el hotel habíamos intercambiado un par de mensajes, pero no habíamos hablado. Me diste las gracias por el nuevo “juguete” que te había regalado (lo único problemático era esconderlo en casa, pero me dijiste que ya habías arreglado ese punto…) y poco más. Yo la verdad es que últimamente no hacía más que pensar en ti. La última vez lo habíamos pasado realmente bien, habíamos llevado el placer hasta extremos que nunca antes habíamos conocido y me deleitaba en el recuerdo de aquella noche. Me había masturbado incontables veces pensando en ti…

Traté de seguir la conversación y me era difícil. Tu risa me desconcentraba y los recuerdos me asaltaban continuamente. Se te oía reír perfectamente sobre el ruido del restaurante, y a mi cada vez la sangre se me estaba poniendo más y más caliente. Mi pene saltaba dentro de mi ropa cada vez que sentía tu risa y tu voz. Era como si tuviera vida propia….

Antes de los postres me mandaste un mensaje. “Vete al baño de señoras”. Cuando mi teléfono vibró sabía que eras tú. Con la disculpa de tener que hacer una llamada me levanté y me excusé. Hice lo posible para que mi erección no fuese evidente para mis compañeros. Bajé a los baños y tras cerciorarme de que no había nadie en el de señoras entré como un ladrón y me cerré en un reservado. El morbo podía más que el miedo, y de verdad que me tenías a mil. ¿Cómo era posible que me excitases tanto sin ni siquiera tenerte delante? ¿Qué narices estábamos haciendo? ¿Y si nos pillan? Te oí entrar, sigilosa. Carraspeaste y sabía que eras tú. Entreabrí la puerta y te acercaste.

Entraste como un huracán. Me besaste, nos besamos, nuestras manos no daban abasto. Quise estrujarte, te abrí tu blusa como pude y te acaricié los pechos, los estrujé, te comí los pezones. Te levanté la falda hasta la cintura y dejé al descubierto tu tanga y tus medias, me quitaste el cinturón, me bajaste los pantalones y la ropa interior y me obligaste a sentarme en la taza del water. Sólo deseaba penetrarte, clavártela hasta el fondo. Te toqué y estabas tremendamente mojada, estábamos en sintonía….

Me sentaste. Me diste la espalda. Mientras con una mano apartabas tu tanga, con la otra me agarraste la polla y poco a poco te la fuiste clavando, lentamente. Podía sentir como iba entrando milímetro a milímetro en ti… Que gusto¡¡¡¡¡ Cuando la tuviste toda dentro, te quedaste quieta, saboreando el momento. Mis manos agarraban tus pechos, estrujaban tus pezones, duros como piedras…. Empezaste a moverte, poco a poco aumentado la intensidad de tus movimiento. Mojé mi dedo índice e hice lo que sabía que te gustaba. Lo acerqué a tu culo y lo fui metiendo, poco a poco, notando como me recibía. Sabía que te volvía loca….

Con la excitación del momento poco duró. Tras menos de tres minutos me corrí dentro de ti y seguía duro como una piedra. La verdad es que no sabía si habría alguien fuera o si nos habían oído, pero yo estaba en el séptimo cielo…. Nos separamos y tras besarme apasionadamente me dijiste con la mirada que me fuera. Entreabrí la puerta y como no había nadie, me arreglé como pude y salí, para volver a entrar en el baño de caballeros. Ni habíamos hablado¡¡¡ Antes de volver a la mesa me tenía que recomponer. Me adecenté como pude y antes de subir me lavé la cara y las manos. No quería que quedasen restos de tus besos, que tan bien me sabían. Aún con tu sabor en mis manos entró tu pareja. Incluso estuvimos charlando un momento, del tiempo y de lo bien que estaba el restaurante…. No daba crédito a lo que estaba haciendo. Menudo momento… hasta entramos juntos en el comedor… Si él supiera…

Volví con mis compañeros. No habían pasado más de 5 minutos. Tú ya estabas sentada, como si nada hubiera ocurrido…. Seguías la conversación con tus compañeros de mesa como si nada…. Mis compañeros de comida seguían en la misma conversación y nadie hizo referencia a mi falta ni a nada en especial….

Me mandaste un mensaje. “Me corrí dos veces. Quiero repetir. Me gustas demasiado…”. Lo leí y esbocé una sonrisa…

Nos levantamos nosotros antes. Me fui a despedir de ti y de la gente que estaba contigo. Nuevamente te di dos besos y te rocé… Se me erizó la piel. Te estabas metiendo demasiado dentro de mi……

Sabía que nuestro próximo encuentro iba a ser muy pronto…

No hay comentarios:

Publicar un comentario